lunes, 31 de agosto de 2015

TERCER ANIVERSARIO


Si alguien dijo que sería fácil se equivocaba. Aunque no se equivocó si predijo que sería un desafío divertido y lleno de felicidad.


Pues sí, aquí estamos de nuevo un año más. Ella y yo. La playa. Nuestras espaldas tostadas al sol y nuestros bañadores chillones. Si el primer y segundo año fueron duros físicamente, este tercero ha sido más llevadero, aunque me ha costado unas buenas sesiones de tirar de pala. Esta vez, los verdaderos protagonistas han sido los razonamientos, la intención (que no voluntad) de llevar siempre la contraria y la actividad física combinada con un dominio  del lenguaje muy correcto. 

Sinceramente tengo que deciros que han habido días en los que hubiera preferido no levantarme de la cama. Sus retos comenzaban desde bien temprano y seguían durante todo el día. Nosotros lo achacamos a la situación 24/7 que estábamos viviendo. Demasiado quizás.

Berrinches a parte, su evolución ha sido muy progresiva y ascendente. Habla mucho y por lo tanto razona bien sus argumentos (no siempre con acierto) por lo que te hace intervenir mucho más y como dice su abuelo: "te hace ser mejor". 

Casi todos los días exige, a su manera, varias cosas. La actividad física necesaria para quemar toda la energía que lleva dentro es una de ellas. Eso me gusta. No es una niña parada ni mucho menos. Supongo que nuestras tardes de gimnasia en casa desde bien pequeñita han integrado en su cerebro hábitos saludables y divertidos como hacer ejercicio.

Hemos tenido también nuestros momentos de diversión con la música. Le encantan algunas canciones y durante el punto álgido de la canción nos ponemos a bailar en dúo haciendo de la risa nuestra mejor unión.

Tienen mucho que ver secuencias de películas Disney en la forma en que le gusta jugar. Por ejemplo, hacemos teatrillos sobre Blancanieves y la madrastra, etc. Es muy divertida y expresiva por lo que no hay lugar para el aburrimiento.

Realmente es una niña buena. No pega, no insulta (solo faltaría), se comporta en lugares públicos y nunca te deja mal. El trabajo que hay detrás de todo eso es muy importante y es una de las cosas de las que me enorgullezco. Quizá he sido duro con ella en algunas ocasiones pero siempre lo he hecho por su bien. Algún día lo entenderá como lo entendí yo también.

Cada vez muestra más su personalidad y su etapa de bebé queda más lejana. Esta sensación de que va creciendo cada día más es ciertamente triste y a la vez alegre. Tengo sentimientos encontrados. Por un lado me sabe mal no poder cogerla más y sentir el calor de su cabeza en mis labios mientras la beso (que conste: no soy besucón). En cambio, siento que su vida empieza a cobrar sentido y deseo con todo mi ser que sea lo más longeva posible para que pueda tener su propia plenitud como persona.

Ser padre es algo que tiene muchas explicaciones y ninguna podría llegar a hacerte sentir lo mismo que cuando lo experimentas. Es una sensación extraña, tiene rasgos instintivos de protección, cuidado, proporcionar bienestar.  Otros más racionales como educarlos, hacerlos válidos para la sociedad a la que ya se enfrentan. Y luego están los sentimientos. Esos sí que te tienen enganchado como si fueras un yonki a esa personita que te abraza cuando llegas del trabajo y te mira enfadada cuando la riñes y te sonríe cuando le das un helado si ha comido bien. Eso es impagable.

Como ya lo hago en persona, queda raro decirlo aquí, por una razón muy sencilla: el receptor de la felicitación no sé si lo leerá alguna vez, pero por si acaso te lo digo: te quiero pitusa.



P.D.: Sí, cada año hay más masa en mi cintura. Aunque no me negareis el culito prietecito que sale en la foto, ¿eh? Aprovechad el tiempo, que pasa muy rápido.